Últimamente me he preguntado ¿desde cuando me gusta viajar?. La respuesta más simple es desde que me fui a vivir al extranjero pero en realidad creo que mi gusto viene desde mucho antes.
Mis padres tenían esa afición también. Mi papá, en especial, viajaba constantemente por cuestiones de trabajo y vivió en muchos lugares de la República. Le gustaba tomar fotos y coleccionar postales. A mí me gustaba ver esas postales e imaginarme conocer dichos lugares.
Mi mamá y yo a veces viajábamos para visitar a mi papá. Mi primer viaje en avión (y el único que hice antes de mudarme a Suiza) lo hice cuando tenía 1 año de edad. También recuerdo largos viajes familiares en carretera, yo dormida en al asiento trasero hasta llegar a nuestro destino.
No olvido mi emoción cada que sabía que iba a emprender un viaje: pensar qué iba a empacar, qué iba a hacer, con quién iba a jugar. Tampoco uno de mis sentimientos favoritos y que aún sucede: llegar a Monterrey (mi ciudad de origen) cuando aún está oscuro y observar por la ventana las maravillosas luces de la ciudad. Simplemente hace latir mi corazón con fuerza. Es un espectáculo tan bello.
Todo lo que he vivido durante mis viajes en el extranjero me ha cambiado radicalmente y a veces creo que estoy viviendo mi adolescencia tardía, eso de «ser rebelde» no se me dio hasta los 20. Pero otras veces creo que solamente estoy conectando nuevamente con mi yo infantil, curioso, creativo, sin miedo.
De niña era muy traviesa; una de las anécdotas más recordadas en mi familia es cuando rompí una ventana tratando de fugarme de mi casa para jugar con mis amigos aunque estaba castigada. También me encantaba bailar y hacer espectáculos, preparaba shows y conciertos para mis tíos y en las fiestas siempre era la primera en la pista. Pero después de unos años olvidé que bailaba porque ¿quién quería ver bailar a una gorda cómo yo? (sí, tener sobrepeso desde los 7 años y que el mundo entero te lo recuerde no hace ningún favor tu autoestima conforme vas creciendo). Tampoco intenté volver a fugarme por salir con mis amigos, simplemente ni siquiera hacía el intento de salir con ellos. Viví así muchos años, cumpliendo expectativas de otros, buscando cumplir el rol de la «niña perfecta», persiguiendo objetivo tras objetivo sin detenerme a vivir. ¡¿En qué momento me hice «adulto» tan joven?!.
Afortunadamente viajar me permitió reconectar con mi verdadero yo, mi alma, esa niña que disfrutaba de cosas tan simples como despertar con los rayos del sol y brincar las olas del mar cada que se acercaban a la playa. Viajando aprendí a volver a ser niño y viajar como niños es algo que debemos hacer si queremos enriquecernos profundamente de nuestras experiencias.
Si nunca lo has hecho, te invito a recordar estos consejos en tu próximo viaje y más aún, en cada día de tu vida:
Explora
Cuando eres niño todo es desconocido y nuestra curiosidad innata nos mueve a a querer descubrir el mundo que nos rodea. Cuando viajes piérdete, ve a lugares que no habías planeado, deja la guía de turistas y explora. No tengas miedo (te aseguro que de niño no lo tenías), llegarás a lugares increíbles.
Sorpréndete
Esta es probablemente la cualidad más maravillosa de los niños y la más importante al momento de viajar. Sorpréndete. Así de fácil, con lo más sencillo. Hay tantas cosas nuevas en el mundo de los niños que se pueden sorprender desde por ver su reflejo en un espejo o hasta por descubrir lo que hay dentro de un cacahuete al abrirlo.
Así debemos asombrarnos mientras viajamos. Todo- el vuelo, la comida, la gente, las pequeñas diferencias con nuestro lugar de origen- debe sorprendernos.
Intenta cosas nuevas
Lugares, comidas, idiomas. Lo que sea. Todo lo que conoces hasta ahora fue nuevo alguna vez y para que sigas aprendiendo es necesario que sigas intentando cosas nuevas. Puede que te gusten, pueden que no (como cuando tu mamá te hizo comer broccoli), pero al menos puedes decir que ya lo intentaste, que formaste tu propio criterio a través de la experiencia.
Cuando viajes esfuérzate por intentar la mayor cantidad de cosas nuevas y haz una lista de todas las cosas que hiciste por primera vez. Te sorprenderá todo lo que aprendiste al final de tu viaje.
Pregunta
¿Alguna vez has podido dar respuesta clara a todas las preguntas de un niño?. Su curiosidad parece infinita y es gracias a ello que desarrollan ampliamente su creatividad. Vuélvete niño en tus viajes y no te quedes con ninguna duda. Pregunta todo lo que quieras a los locales, turistas e Internet. Tal vez la respuesta te genere más preguntas que respuestas pero afortunadamente nuestro maravilloso cerebro puede almacenar mucha información.
Vive sin límites
Sé espontaneo y busca siempre la aventura. Cuando somos niños no conocemos límites, no los propios, por ello trepamos árboles, jugamos con lodo, brincamos bajo la lluvia y salimos desabrigados. Son nuestros padres y nuestro entorno quienes nos van limitando. Al viajar hay que olvidar estas limitantes y experimentar todo desde una nueva perspectiva, descubrir que dichos límites no existen más que en nuestra mente.
Ignora lo que piensen los demás
Que si bailas mal, que si tu ropa no combina, que si no te ves bien en bikini. Seguramente ninguna de esas preocupaciones cruzaba por tu mente cuando eras niño. ¡Olvídalas ahora!. Haz lo que quieras hacer, di lo que quieras decir, sé feliz. Ignora lo que pueda llegar a decir la gente, al fin y al cabo ellos no están viviendo tu vida.
Disfruta de los pequeños placeres de la vida
Come toda el helado que quieras en Italia, haz castillos de arena en Cancún, aviéntate a todas las albercas, lagos y cascadas. Disfruta de las cosas simples de la vida, sin culpas ni arrepentimientos. Ahí reside la felicidad.
Confía en los extraños…
El mundo está lleno de más personas buenas de las que te imaginas y la mayoría de las veces todos quieren ayudar.Escucha a tu intuición y confía. Recuerda que todas las personas que cruzan tu camino tienen una misión para ello.
…Y hazte sus amigos
¿Recuerdas a tu mejor amigo del kinder? Seguramente sólo basto jugar juntos en el recreo para ser los amigos del alma. Así, así debes hacer amigos mientras viajas.
Convive con niños
Hay muchas personas que no les gusta tratar con niños, muchas de ellas porque no quieren tener familia en el futuro. Sin embargo, para volver a ser niños hay que convivir más con ellos, hablar con ellos, jugar con ellos. No importa si puedes parecer tonto, ver la vida desde la perspectiva de un niño es maravilloso. Puedes encontrar en su ojos la esperanza que estabas buscando.
Diviértete
Ríete a carcajadas, sonríe siempre, juega. Harás tu viaje inolvidable.
Vive en el presente
¿Recuerdas cuando eras niño y todo era más fácil? No tenías que preocuparte por tu futuro y tus deudas, ni por tu pasado y tus historias. Ser niño era más sencillo pero la vida puede seguir siéndolo si te enfocas en el hoy. Cuando viajas, y en especial si viajas de mochilazo, aprendes que todo tiene un fin, que en un momento puedes estar en un escenario y al siguiente en una situación totalmente opuesta, por ello debes de disfrutar cada momento al máximo. Vivir en el hoy, como los niños.
Sueña
De niño soñabas con ser astronauta, presidente y cantante, todo al mismo tiempo… y no había nadie que te dijera que no. Lamentablemente conforme vamos creciendo muchas personas van olvidando a su niño interior y entonces se dedican a destruir los sueños de otros, los sueños que ellos ya olvidaron. No lo permitas. ¿Sueñas con recorrer el mundo? ¡No te detengas! Lo lograras, siempre y cuando no dejes de soñar y de creer en ti.